Ayer vi los restos de lo que alguna ves fue un ser humano esparcido por metros y metros de carretera. Fue difícil imaginar que eso que vi alguna vez tuvo vida, sueños, alegrías, tristezas, miedos… todo reducido a pedazos de carne indistinguibles.
Pensé que para esa persona toda termino. No hay más, por lo menos en este mundo.
Pero qué habrá pasado con el que lo atropelló? Sin duda fue un accidente. No había nada que indicara lo contrario. Entonces, que será del victimario? Él se queda en este mundo con una gran cruz que cargar. Una cruz que nunca eligió. Tal vez es un buen hombre que nunca le haría daño conscientemente a nadie. Pero ayer le quitó la vida a otro semejante.
Me cuestiono sobre el impacto que tenemos en nuestro entorno. Específicamente sobre los efectos negativos (o no tan positivos) que tenemos en la vida de los demás.
Desde esa perspectiva, vivir se vuelve un arte, sobretodo hacerlo sin generar sufrimiento en otros seres.
Pienso seria y profundamente en todos los atropellos que he cometido en este planeta, desde la madre tierra, pasando por cualquier ser vivo, planta, animal o insecto, hasta llegar a la gente que me rodea, en especial en la gente que más quiero. Ellos tampoco han estado exentos del alcance de mis acciones negativas.
A todos y cada uno, les pido una disculpa sincera y hago un compromiso por ser un mejor ser humano cada día que me quede de vida.
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