Últimamente he meditado mucho sobre como defendemos nuestros intereses, ideas, sueños, etc. Supongo que todo el tema que tanto se repite en la historia humana de guerras y batallas se centra en la defensa de algo. Inclusive se dice que la mejor defensa es una buena ofensiva.
El problema es que me he estado percatando que a veces ambos bandos defienden la misma cosa. Es decir, algo se vuelve tan valioso para nosotros pero ese algo es igualmente valioso para alguien más. De hecho, ese algo depende de ese alguien más y de mí para existir. Pero por algún extraño motivo, a veces se pierde el piso y me he encontrado defendiendo ese algo de la persona que lo construye junto conmigo. Igualmente me he encontrado defendiéndome de los ataques de la otra persona en su intento por proteger eso que depende enteramente de los dos.
Que cosa tan humana y tan rara, enfrentarte en un laberinto de espejos cuando lo único que hace falta es bajar la espada.
Supongo que entre más nos hagamos conscientes de lo verdaderamente similares e interconectados que somos los humanos y el resto de las especies, y de lo mucho que dependemos los unos de los otros, nos acercaremos más al paraíso.
El laberinto de los espejos donde sólo hay que guardar la espada y desenfundar la sonrisa...
ReplyDeleteQué maravillosa conjugación haces de esos sentimientos confusos, que nos hacen pelear contra aquellos a los que debiéramos estar especialmente unidos.
No sé si es por sobrevalorar que uno se pone "territorial" o "defensivo" y pelea contra sus aliados. Pero allí he estado: en una pelea a golpes ciegos, de ojos vendados, contra el amor de mi vida, contra mis más amorosos e incondicionales aliados.
Sigo celebrando tener a mi lado gente que piensa en lo que hace para hacerlo cada vez mejor.